LA EPILEPSIA DURANTE LA ADOLESCENCIA

   

   Como ya hemos hablado en alguna otra ocasión, la epilepsia es un trastorno neurológico que puede afectar a cualquier persona de cualquier edad. Suele ser más frecuente en la edad infantil y en las personas mayores, aún así, los adolescentes constituyen un grupo de población en el que la epilepsia también prevalece con cierta frecuencia. Se calcula que el 18% de las epilepsias ocurren entre los 12 y los 18 años – entre un 1,5% y 2% de la población adolescente-.

 

   La principal manifestación de la epilepsia, también como ya hemos mencionado, son las crisis con convulsiones producidas por las descargas eléctricas de forma excesiva de las neuronas del cerebro. Sin embargo, y ojo con esto, solo se considera epilepsia cuando ocurre más de una crisis no provocada y recurrente. Se considera que la pubertad y la adolescencia esta caracterizada por un aumento de los mecanismos de excitación, parte de ellos, debidos a la revolución hormonal de esta etapa, que puede ser la causa que justifique la prevalencia de esta condición neurológica en la adolescencia.

 

   De hecho, hay determinados tipos de síndromes epilépticos que están relacionados directamente con la adolescencia y, en estas edades, suelen entrar en juego las epilepsias mioclónicas progresivas y son características algunas crisis generalizadas convulsivas. Un aspecto fundamental de esta enfermedad, es que el joven la entienda y la afronte con cierta responsabilidad, teniendo en cuenta que está experimentando un momento de su vida en el que puede resultar muy difícil encajar la aparición de síntomas de la epilepsia. Y si no se manejan de la forma adecuada, la vida y la funcionalidad de estos chicos puede verse limitada.

 

   En España, cada año se diagnostican 22.000 nuevos casos de epilepsia, de los que se calcula que, aproximadamente, la mitad se producen en niños y adolescentes menores de 15 años.

 

DESENCADENANTES DE LAS CRISIS EPILEPTICAS EN LOS ADOLESCENTES

 

   Existen múltiples factores que pueden desencadenar las crisis epilépticas en los adolescentes. No obstante, el aumento de los mecanismos de excitación que se producen en esta etapa, a causa de los fuertes cambios hormonales, son una de la causas más probables de la aparición de este trastorno en la adolescencia.

 

   Otros factores a tener en cuenta son posibles daños cerebrales, traumatismos craneoencefálicos, o accidentes cerebrovasculares. También, al igual que en la edad infantil, tenemos que considerar los factores genéticos que ya pueden predisponer al adolescente a padecer la enfermedad. Otra causa que puede ocasionar la epilepsia, son las infecciones cerebrales, como la meningitis o la encefalitis. En algunos casos, en los adolescentes que sufran trastornos en otros órganos del cuerpo (daños en los riñones, hígado, diabetes), también pueden desarrollar la enfermedad.

 

   Tenemos que considerar igualmente, nuevos hábitos que algunos adolescentes van incorporando a su vida como la falta de sueño, el abuso de dispositivos digitales, los excesivos períodos de tiempo consumiendo juegos que desprenden demasiados patrones luminosos (lo que se conoce como fotosensibilidad), o el consumo de tabaco y/o alcohol que pueden propiciar la aparición de crisis.

 

   La pubertad, además, es la edad de aparición de las epilepsias mioclónicas progresivas, enfermedades evolutivas que se asocian a otros signos y síntomas. No obstante, en más del 70% de personas que padecen epilepsia no se puede identificar la causa, es decir, son de etiología desconocida.

 

TIPOS DE CRISIS EPILÉPTICAS

 

 

   Existen, fundamentalmente, dos tipos de crisis epilépticas en función del origen de la descarga eléctrica en el cerebro:

   - Crisis focales: Se originan en una zona concreta del cerebro -tiene un foco-, se manifiestan con o sin convulsiones, y ocurre en la mitad de las crisis infantiles.

   - Crisis generalizadas: Se producen en los dos hemisferios del cerebro, se manifiestan con o sin convulsiones, y conllevan pérdida de conocimiento (excepto en las crisis mioclónicas y las crisis atónicas).

 

EPILEPSIAS ASOCIADAS A LA ADOLESCENCIA

 

 

   La pubertad y la adolescencia engloban las edades típicas en las que suelen aparecer algunos tipos de epilepsia.

 

   - Epilepsia Mioclónica Juvenil (EMJ):

   Es la responsable de entre el 5% y el 10% de todos los síndromes epilépticos. Aparece, frecuentemente, entre los 8 y los 26 años, afectando por igual a ambos sexos, y está asociada a componentes genéticos, relacionado con un marcador en el cromosoma 6p21.3. Se caracteriza por aparejar convulsiones bruscas en las extremidades superiores del cuerpo.

 

   En el 75% de los pacientes se asocia a crisis tónico-clónicas generalizadas que se preceden de mioclonías. Un 30% también presentan ausencias. Las crisis suelen producirse en el momento en el que la persona se despierta o a los pocos minutos, y está directamente relacionada con la falta de sueño y el consumo de alcohol. Se suelen controlar fácilmente con la medicación, aunque el tratamiento se puede prolongar durante años.

 

   - Epilepsia Ausencia Juvenil:

   Esta epilepsia se inicia entre los 10 y los 17 años, y se produce por igual en chicos y en chicas. En un 11,5% de los casos está relacionado con antecedentes familiares de epilepsia. Suelen ser parecidas a las crisis de ausencia que se dan en la infancia aunque son más leves y menos frecuentes. Se caracteriza por la afectación parcial del nivel de conciencia, con automatismos (20%) y, a veces, con componente motor o autonómico.

 

   Las ausencias suelen ser breves, en ocasiones incluso pueden pasar desapercibidas y, es frecuente que puedan presentarse al despertar. En el 80% de los pacientes, se asocia a crisis tónico-clónicas generalizadas y en un 15%, a crisis mioclónicas. La hiperventilación seguida de estrés psicológico o la falta de sueño, pueden ser el desencadenante.

 

   - Epilepsia con Crisis Tónico-clónicas Generalizadas:

   Aparecen entre los 9 y los 18 años. Es predominante en los chicos, y el 15% de esta, suele darse por antecedentes familiares. Las crisis son poco frecuentes, comienzan con la rigidez del paciente, seguida de sacudidas clónicas, ruidos guturales (ruidos producidos por la garganta en la parte posterior del tracto vocal) y respiración irregular. La falta de sueño, el consumo de alcohol y el estrés psíquico pueden desencadenarlas.

   - Epilepsia Focal Benigna de la Adolescencia:

   Se inicia entre los 10 y los 20 años, y también está relacionada en un 13% con antecedentes familiares. Las crisis son poco frecuentes y de duración muy breve. Se caracteriza por aparecer con crisis parciales (pueden afectar a una parte del cuerpo), con semiología (signos), motora y/o sensitiva con o sin generalización. 

 

   - Otras epilepsias focales:
   Además de las mencionadas anteriormente, la epilepsia occipital de la infancia de tipo tardío (tipo Gastaut) y la epilepsia frontal nocturna autosómica dominante, también pueden manifestarse en adolescentes. 
 
   - Epilepsias Mioclónicas Progresivas (PME):
   Estas epilepsias también pueden tener su inicio en la adolescencia, con sacudidas mioclónicas que pueden evolucionar a crisis tónico-clónicas generalizadas. 
 
   Hay otro tipo de epilepsia, que, siendo también importante, no esta especialmente relacionada con las anteriores, pero que también puede ser el desencadenante de una crisis epiléptica. Hablamos de la Epilepsia Fotosensible. La Epilepsia Fotosensible es aquella que, cuyas crisis responden a estímulos visuales, principalmente luces rojas intermitentes. Es un tipo de trastorno neurológico que afecta al 5% de los niños y adolescentes (entre 5 y 18 años) con epilepsia.

 

   La fotosensibilidad es una reacción anormal en el cerebro provocada por una estimulación de la luz. Podrían causarla, por tanto, la televisión, los videojuegos, las pantallas de ordenador, las luces fluorescentes o las imágenes con patrones geométricos (lo hemos mencionado anteriormente). A veces, con modificar el estilo de vida y cuidarse de estas exposiciones a la luz, se puede tener controlada.

 

LA EPILEPSIA EN LA MUJER ADOLESCENTE

 

 

   La adolescencia es una etapa decisiva en el desarrollo de la personalidad y el cuerpo de las personas. El paso de niña a mujer, los cambios hormonales que ello conlleva y la propia condición de ser mujer son factores críticos en el manejo de la epilepsia que se deben tener muy en cuenta.

   

   Los ciclos menstruales y el cambio hormonal, pueden desencadenar crisis epilépticas, afectar a la fertilidad, condicionar la maternidad o alterar el aspecto estético (aumento de peso o pérdida de cabello) que va a determinar el desarrollo psicológico de la adolescente. Por ello es importante ajustar muy bien el tratamiento y ofrecer la información adecuada y el apoyo psicológico necesario para que la mujer adolescente con epilepsia lleve una vida normal.

   

   Hasta el 25% de las personas con epilepsia son mujeres en edad fértil 2 y tanto la menstruación como los anticonceptivos y el embarazo, son circunstancias que pueden influir en el control de la epilepsia. 

   - Menstruación y Epilepsia:

   En algunas mujeres con epilepsia, sus ciclos menstruales influyen directamente en el curso de la enfermedad e, incluso, pueden aumentar la frecuencia de las crisis epilépticas o empeorarlas. Se trata de un tipo de epilepsia caracterizada por un aumento de la probabilidad de tener crisis epilépticas, bien mientras el cuerpo está ovulando, o bien en los primeros días de la menstruación.

 

   Se denomina Epilepsia Catamenial y está relacionada con el aumento de los estrógenos y la progesterona, dos hormonas que pueden afectar a la excitabilidad del cerebro. Durante la primera mitad del ciclo menstrual, el cuerpo femenino produce estrógenos que se cree que suelen favorecer la aparición de las crisis; y después de la ovulación (aproximadamente a la mitad del ciclo menstrual), el cuerpo empieza a producir progesterona que tiene un efecto anticonvulsivo, lo que hace que se produzcan menos crisis. Se estima que, aproximadamente un tercio de las mujeres con epilepsia, presentan una epilepsia con patrón catamenial, es decir, la exacerbación (aumento), de las crisis en relación con el ciclo menstrual. 

 

   Por otro lado, los niveles de antiepilépticos en la sangre, justo antes del ciclo menstrual, son menores, y algunas mujeres retienen líquidos durante estos días. Son aspectos que también podrían favorecer la aparición de crisis durante la menstruación. Se calcula que afecta a entre el 10% y el 40% de las mujeres con epilepsia.

   - Anticonceptivos y Epilepsia:

   A las adolescentes con epilepsia, no se les debe limitar el poder llevar una vida sexual activa y sana. Para ello se le deben dar todas las herramientas para que lo pueda hacer de una forma responsable. Una de ella son los anticonceptivos. Si se opta por el uso de anticonceptivos farmacológicos para evitar un embarazo no deseado y se padece epilepsia, debe tener en cuenta las posibles interacciones entre estos medicamentos y su tratamiento antiepiléptico.

 

   Está demostrado que algunos anticonceptivos pueden perder efecto al ser combinados con el tratamiento de la epilepsia, ya que algunos aceleran la descomposición de las hormonas anticonceptivas en el cuerpo haciéndolas menos eficaces. En ese caso, la mujer con epilepsia puede tomar píldoras anticonceptivas con una composición diferente (con mayor cantidad de estrógenos), o incluso combinar la píldora con otro método anticonceptivo (por ejemplo un preservativo).

 

   Por su parte, para el uso de implantes o inyecciones hormonales anticonceptivas es posible que deba pautarse una frecuencia mayor para que tengan efecto. Además, algunos medicamentos antiepilépticos combinados con anticonceptivos, ven disminuido su presencia en sangre, lo que le resta efecto. 

 

   En cualquier caso, resulta importante consultar siempre con el neurólogo antes de utilizar anticonceptivos, con el fin de saber cuál es el mejor método en función del tipo de epilepsia que se tenga y el control farmacológico que se está haciendo de la misma.

 

COMO SE DIAGNOSTICA LA EPILEPSIA EN LA ADOLESCENCIA

 

   Al igual que en la epilepsia en la edad infantil, el diagnóstico de epilepsia en adolescentes generalmente se basa en una evaluación clínica exhaustiva, que incluye la historia médica, un examen físico neurológico y pruebas como el Electroencefalograma (EEG) y la Resonancia Magnética Nuclear (RMN) del cerebro. A continuación, vamos a ver cada prueba diagnóstica y en que consiste.

 

   - Electroencefalograma (EEG):
   Como ya vimos en el apartado de pruebas diagnósticas en la etapa infantil, esta prueba va a registrar la actividad eléctrica del cerebro y pueden revelar patrones anormales que sugieren que el paciente sufra de epilepsia. 
 
   - Resonancia Magnética Nuclear (RMN) cerebral:
   Permite visualizar la estructura del cerebro y detectar posibles anomalías o lesiones que puedan estar causando las crisis. En algunos casos, si se considera necesario, el neurólogo podrá solicitar esta prueba con contraste. Esto se trata en inyectar vía intravenosa al paciente un contraste, que altera temporalmente las propiedades magnéticas de ciertos tejidos (en este caso, los cerebrales).
 
   Esta técnica se utiliza para que el especialista pueda diferenciar tejidos sanos de los dañados o anormales, permitiéndole obtener imágenes más claras y detalladas. La RMN con contraste es considerada una técnica segura, con pocos efectos secundarios. Sin embargo, es importante informarle al médico sobre cualquier condición médica preexistente, pues el componente del contraste puede afectar al organismo en ciertos casos.    
 
   - Tomografía computarizada (TC) cerebral:
   La tomografía computarizada, también conocida como TAC, puede ser útil en el diagnóstico de la epilepsia, especialmente para identificar posibles causas estructurales de las crisis epilépticas, como tumores, hemorragias o quistes. Si una lesión cerebral se detecta mediante RMN y se necesita determinar si contiene calcio, sangrado agudo o involucramiento óseo, se utiliza la TC.
 
   La TC será útil en la evaluación de la epilepsia, cuando la RMN no es posible o conveniente o especialmente en situaciones de urgencia. Al igual que en la RMN, también existe la TC con contraste y puede ser útil en el diagnóstico de epilepsia, particularmente para identificar lesiones estructurales cerebrales que puedan estar causando las crisis. 
 
   El contraste va a mejorar la visualización de vasos sanguíneos y otras estructuras. Como en el caso de la RMN, se inyectará un contraste a través de una vía intravenosa, que se desplaza por los vasos sanguíneos y realza la imagen de las estructuras. 
 
   - Otras pruebas:
   En algunos casos, pueden ser necesarias otras pruebas como el PET/SPECT para descartar otras causas de las crisis. Vamos a verlas con detalle a continuación.
 
   - Tomografía por Emisión de Positrones:
   Conocida como PET (por sus siglas en inglés), es una técnica de imagenología médica que se utiliza para diagnosticar y evaluar la epilepsia, especialmente en casos refractarios o cuando hay discordancia entre los hallazgos de otros estudios de imagen como la Resonancia Magnética (RMN) y el Electroencefalograma (EEG). La PET mide la actividad metabólica del cerebro, lo que permite identificar áreas de hipometabolismo (menor actividad metabólica), que pueden corresponder a focos epileptogénicos (áreas de origen de las crisis). 
 
  En la PET se utiliza un radiotrazador, generalmente F18-Fluorodeoxiglucosa (FDG), que es una molécula de glucosa marcada con un radioisótopo. El FDG se distribuye en el cerebro y es captado por las neuronas que están más activas metabólicamente. El tomógrafo PET detecta la actividad del FDG y crea imágenes de la distribución del radiotrazador en el cerebro, mostrando áreas con mayor o menor actividad metabólica. En pacientes con epilepsia, las áreas de hipometabolismo en la PET pueden indicar la ubicación del foco epileptogénico. Puede detectar lesiones microscópicas que podrían pasar desapercibidas en una Resonancia Magnética convencional. 
 
   Hay que tener en cuenta que la PET no es la prueba de imagen de primera línea en el diagnóstico de la epilepsia, ya que la RM y el EEG suelen ser suficientes para la mayoría de los casos. La PET puede indicar la presencia de un foco epileptogénico, pero no es suficiente para un diagnóstico definitivo de epilepsia. Por último, un inconveniente que se sobreviene para la realización de esta prueba, es que la PET no está disponible en todos los centros médicos, por lo que puede no ser accesible para todos los pacientes.
 
   - Tomografía por Emisión de Fotón Único:  

  Conocida como SPECT (por sus siglas en inglés), es una técnica de imagen médica utilizada en el estudio de la epilepsia para identificar la zona epileptógena, que es el área del cerebro donde se originan las crisis. La SPECT ictal (durante una crisis) y la SPECT interictal (entre crisis) ayudan a localizar la zona epileptógena, lo que es útil para decidir si se requiere cirugía o tratamiento farmacológico. 

   

   En la SPECT, se inyecta al paciente una sustancia radioactiva que se concentra en el cerebro y una cámara especial, detecta los rayos gamma que emite la sustancia radioactiva, creando imágenes tridimensionales del cerebro. Va a permitir una evaluación más precisa del funcionamiento cerebral en comparación con otras técnicas de imagen. 

 

   La SPECT es una prueba segura, pero es importante informar al médico sobre cualquier alergia o condición médica. La exposición a la radiación es mínima y generalmente no causa efectos secundarios. Es una técnica que se utiliza en combinación con otras pruebas de diagnóstico, como el Electroencefalograma (EEG) y la Resonancia Magnética (RMN). 

 

TRATAMIENTO QUIRÚRGICO DE LA EPILEPSIA EN ADOLESCENTES

 

  La cirugía para la epilepsia en adolescentes, al igual que en la epilepsia infantil, es una opción para controlar las convulsiones cuando los medicamentos y otros tratamientos no son efectivos. El objetivo principal de la cirugía es detener o reducir la frecuencia de las crisis, mejorando la calidad de vida del adolescente.

 

   Las técnicas quirúrgicas, al igual que en el caso de la epilepsia infantil, son muy similares y, siempre se va a utilizar la más adecuada, dependiendo de la ubicación y causa de las crisis:

 

   - Resección de la zona epileptógena:

   Se extirpa la zona del cerebro donde se originan las crisis. Es la técnica más común.   

   - Ablación láser: 

   Se utiliza un láser para eliminar la zona epileptógena. 
   - Callostomía: 
   Se corta el cuerpo calloso (estructura que conecta los hemisferios cerebrales) para reducir la propagación de las crisis. 
   - Hemisferectomía: 
   Se extirpa un hemisferio cerebral en casos extremos de epilepsia resistente.
 
  Después de la cirugía, el adolescente necesita un período de recuperación y rehabilitación. La mayoría de las veces, se sigue tomando medicamentos anticonvulsivos durante un tiempo. La cirugía de epilepsia en adolescentes puede tener un impacto significativo en su vida, incluyendo cambios en su desarrollo, aprendizaje y relaciones sociales. Es importante que los adolescentes y sus familias reciban apoyo y asesoramiento para adaptarse a los cambios después de la misma. 

  

TRATAMIENTO Y AUTOCUIDADOS DE LA EPILEPSIA EN LA ADOLESCENCIA

 

 

   En la actualidad, la epilepsia se puede controlar con la medicación adecuada y unos hábitos saludables que contribuyan a reducir la probabilidad de que ocurran las crisis. Se calcula que, en la actualidad, el 75% de las personas pueden mantener controlada la enfermedad y libre de crisis con la medicación adecuada.

   

   Para los adolescentes con epilepsia, el tratamiento solía hacer de la epilepsia un proceso aún más complicado ya que algunos de los llamados antiepilépticos de primera generación tenían efectos secundarios que les resultaban problemáticos. Hablamos de aparición de un acné grave, aumento o pérdida de peso, inflamación de las encías (gingivitis), hirsutismo (crecimiento excesivo de vello en la barbilla), pérdida de cabello, etc...

 

   Por fortuna, la mayoría de estos efectos adversos se han conseguido eliminar en los nuevos antiepilépticos. Si un adolescente lleva tiempo con la epilepsia controlada y sin crisis, puede valorar con el neurólogo un cambio en el tratamiento o su interrupción gradual. Pero nunca se debe interrumpir o abandonar el tratamiento, reducir las dosis o cambiar la medicación por propia iniciativa sin consultar con el especialista, conllevarían ciertos efectos secundarios, incluyendo el riesgo de recaída de convulsiones, efectos de abstinencia, y una mayor propensión a las convulsiones.

   - Importancia de la adherencia al tratamiento:

   Durante la pubertad o la adolescencia, cumplir con el tratamiento puede ser un auténtico desafío, ya que el paciente que tiene controlada la epilepsia y lleva años sin crisis, no se siente enfermo. Además, los hábitos higiénicos deben ser más estrictos que los de otros compañeros, lo que puede incitar a autorregular las dosis o dejar el tratamiento.

 

   En estas situaciones, es fundamental una buena comunicación entre padres e hijos y con el especialista que le esté tratando. Comprender la enfermedad y entender la necesidad de mantenerla controlada, es clave para manejar la epilepsia de forma correcta y evitar las crisis. No hay que olvidar que el 75% de los pacientes afectados, con el tratamiento adecuado, consigue controlar la enfermedad y llevar una vida normal.

 

   Incluso los adolescentes que están pasando por un periodo de rebeldía pueden entender la importancia del uso de los medicamentos si el médico o los padres se lo explican de la manera correcta. Por otro lado, una epilepsia libre de crisis durante mucho tiempo puede ser una oportunidad para que los padres y el médico revisen la terapia y la dosis.

 

   - Mantener una buena higiene del sueño:

   Un sueño reparador en calidad y en cantidad (entre 7 y 9 horas) es fundamental para la buena salud y calidad de vida de cualquier persona. Más aún para las personas que padecen epilepsia, ya que las alteraciones en el sueño pueden ser desencadenantes de crisis epilépticas.

 

   No hay que olvidar que, el 70% de las personas que padecen epilepsia, tienen somnolencia diurna y un 40%, insomnio nocturno, de ahí que mantener una buena higiene del sueño redundará en un mejor control de la enfermedad. Para los adolescentes, además, las recomendaciones incluyen retrasar la hora de comienzo de las clases escolares para alinearlas con el patrón circadiano de sueño fisiológico de este grupo de población.

 

   - No consumir alcohol:

   Es importante no consumir alcohol en exceso. Una cerveza o una copa de vino no tiene porqué perjudicar a un adolescente que tenga la enfermedad controlada. Sin embargo, hay que recordarles que beber alcohol no significa que ese día tengas que abandonar la medicación, sino controlar lo que bebe y, en cualquier caso, evitar los excesos.

 

   El alcohol, en general, no es buen amigo de ninguna medicación y, en especial de los antiepilépticos, por lo que su consumo puede ser perjudicial y no se recomienda. El alcohol puede aumentar los efectos secundarios de los medicamentos antiepilépticos, así como aumentar la probabilidad de convulsiones.  

 

   - Controlar la luminosidad de las pantallas:

   En un mundo digital, es difícil que un adolescente esté lejos de una pantalla de un teléfono móvil, una tableta o un ordenador. Es mejor tratar de tener una exposición mínima y controlada, en especial a los adolescentes que pueden sufrir epilepsia fotosensible. Se deben ver en ambientes bien iluminados y a una distancia adecuada (unos 3 metros la televisión y 1 metro para pantallas de ordenador), y evitarlas en estados de cansancio o somnolencia. En el mismo sentido, se deben evitar los destellos de luces de las discotecas (luces estroboscópicas).

 

VIDA NORMAL EN UN ADOLESCENTE CON EPILEPSIA

   Al llegar la pubertad, tanto los chicos como las chicas pueden tener una preocupación especial por lo que otras personas piensan y opinan sobre la epilepsia. Por ello, hablar con el adolescente sobre su enfermedad es básico para poder afrontar este trastorno de una forma natural. Además del diálogo, es importante acordar con el afectado a qué personas le van a comunicar que tiene epilepsia, que puede sufrir una crisis, las características de la misma y cómo actuar si se produjeran.

 

   Pero, ante todo, el adolescente debe entender que puede hacer una vida normal, como la de cualquier persona joven de su edad, solo que debe tener en cuenta algunas precauciones. No es aconsejable prohibirle que realice ciertas actividades por el simple hecho de tener epilepsia, ya que vivir la enfermedad como una fuente de limitaciones solo puede producirle mayores niveles de estrés que, al final, puede terminar desencadenando crisis.

 

   En definitiva, necesita comprender que con la medicación adecuada y llevando algunas rutinas (los hábitos higiénicos descritos), disminuyen las posibilidades de sufrir una crisis y mejora el pronóstico de la epilepsia. Además, debe hacerse responsable del seguimiento de su medicación y tener información precisa sobre los comportamientos de riesgo que debe evitar, van a ayudarle a normalizar la epilepsia. 

 

   - Practicar deporte y epilepsia:

   El deporte es un instrumento de enorme importancia en el manejo de la epilepsia, tanto en el niño, como en el adolescente, ya que la actividad física regular, además de mejorar su condición física, contribuye a elevar su autoestima y su confianza. Son varios los estudios que apuntan que el deporte puede elevar el umbral convulsivo y reducir las descargas epileptiformes lo que contribuye a controlar mejor las crisis.

 

   Deportes colectivos y de equipo, como el fútbol, baloncesto o balonmano, además de fomentar la integración de estos jóvenes, disminuyen el riesgo de depresión y de estrés a causa de la epilepsia. Por el contrario, se desaconsejan los deportes de riesgo como el buceo, la escalada, el paracaidismo o deportes mecánicos (coches, motos…), que pueden resultar muy peligrosos.

 

   Algunos expertos incluyen el ciclismo y la equitación en deportes que pueden practicar, aunque solo si la epilepsia está muy controlada. La natación también es un deporte que se puede realizar si está controlado, pero siempre con supervisión y vigilancia.

 

   - Vida Social:

   Los adolescentes con epilepsia pueden llevar una vida social similar a la de los chicos de su edad, aunque siempre teniendo presentes ciertas recomendaciones que le ayudarán a reducir la frecuencia de las crisis y a mejorar el control de la enfermedad. Las salidas nocturnas no tienen porqué prohibirse, pero se deben controlar mucho ya que se deben evitar, como ya hemos mencionado, las privaciones de sueño, el consumo de alcohol y tabaco, así como las luces estroboscópicas que suele haber en algunos bares, fiestas y discotecas.

 

   La conducción es, también, un tema que suele preocupar a los adolescentes que ya tienen edad para hacerlo. En España, una persona con epilepsia puede conducir con seguridad en función de las crisis que tenga y la frecuencia de las mismas. Para ello deben acreditar que están libres de crisis convulsivas o epilépticas durante el último año mediante un informe favorable emitido por su neurólogo.

 

   - Relaciones Sexuales:

   La adolescencia es el periodo de la vida en el que hay una auténtica revolución hormonal y es la edad en la que suelen comenzar las relaciones sexuales entre los jóvenes. El mero hecho de tener epilepsia no es una condición para evitar estos encuentros. Si que es verdad, que se aconseja que la pareja con la que se vayan a mantener esas relaciones sepa sobre la existencia de la enfermedad y los síntomas de las crisis.

 

   También es bueno hablar de ello con el neurólogo para tener toda la información disponible al respecto. De hecho, algunos medicamentos antiepilépticos pueden mermar el rendimiento sexual. Se calcula que alrededor de entre el 20% y el 30% de las personas que padecen epilepsia tienen problemas en sus relaciones sexuales, más por las preocupaciones con su propia enfermedad que con ella en sí.

 

   Aunque es bueno saber que hay medicación que también puede influir en el estado de ánimo, la libido o la fertilidad. En ese sentido, el médico es el mejor aliado para compartir todas las inquietudes al respecto y buscar la solución más adecuada en cada caso. En definitiva, los jóvenes deben comprender que las crisis epilépticas son solo una pequeña parte de su vida que no tienen porqué limitarla.